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Arquitectos: Sánchez Gil Arquitectos
- Área: 1025 m²
- Año: 2018
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Fotografías:Fernando Sánchez Cuadrado
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Proveedores: AutoDesk, Cantera Sanchón, Ladrillo Pacheco Horcajo-Medianero, TEJAS BORJA
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El convento de San Andrés se trató de uno de los edificios más alabados de Salamanca hasta su destrucción a mediados del siglo XIX. De él tan solo han llegado hasta nuestros días unas pequeñas dependencias de servicio anejas al cuerpo principal, consistentes en una casa de oficios con tenadas y un notable pozo de nieve, construidos durante el siglo XVIII. Ante el deterioro generalizado y deseando incorporar los restos existentes a la oferta turística de la ciudad se redacta el proyecto, con el objetivo de integrar en un recorrido ordenado, lógico y atractivo los distintos elementos inconexos existentes: el pozo de nieve, un tramo de la muralla, las tenadas, el resto de la torre nordeste del convento y el acceso a las galerías subterráneas. Se ha optado por la utilización del material cerámico como hilo conductor, en forma de baldosas, ladrillos de tejar en los solados y celosías caladas, rasillones vistos como techo y teja en cubierta, al tratarse del material preexistente y que en algunas zonas se ha conservado, dotado de un gran valor expresivo y como reflejo de una larga tradición.
En el pozo de nieve se han restaurado los paramentos y bóvedas, presididas por la luz cenital, mientras que el acceso original ha quedado señalizado mediante una celosía de ladrillo, que permite la entrada de una tenue luz difusa, y minimiza el impacto del edificio moderno colindante. Al desescombrar el espacio de acopio apareció cegada en el nivel inferior la galería picada en roca que se realizó para colocar el conducto de drenaje, y que se incorporó al proyecto para permitir al final del recorrido el acceso hasta el fondo del espacio, enriqueciendo notablemente la visita. En el edificio de “oficinas” se planteó la recuperación de la volumetría histórica, aunque al haber desaparecido completamente los muros de mampostería originales, carecía de sentido la reproducción mimética del cuerpo alto. Por esta razón se opta por delimitar el espacio mediante una celosía neutra de ladrillo que define la traza mientras crea sutiles efectos de luz y sombra, quedando protegida con una cubierta de teja a un agua similar a la original, y que se manifiesta en su cara inferior mediante similar material.
En la planta baja de las tenadas se han recuperado los niveles originales, apareciendo fragmentos del pavimento original de ladrillo que han servido de patrón para el resto de solados. Desde este espacio, y a través de los cimientos correspondientes a la torre nordeste del convento, espacio mudo puntuado con la presencia de un solitario ciprés, se accede a la bodega que da paso a las galerías subterráneas que se encontraban rellenas con escombros y completamente anegadas. El material cerámico, en sus distintas manifestaciones y usos, como escaleras, solados, paramentos, broqueles, cubiertas, recogidas de agua, techos vistos, bordillos de jardín, bancos, etc. es el hilo conductor de la presente propuesta.